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sin embargo, de la propia tierra brotaba un manantial que regaba toda la superficie del suelo. Entonces Dios, el Señor, modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz aliento de vida y el hombre se convirtió en un ser viviente.

Dios, el Señor, plantó un jardín en Edén, al oriente, y puso allí al hombre que había modelado.

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